jueves, 2 de mayo de 2013

Combate del 2 de mayo


El Combate Dos de Mayo, fue un enfrentamiento ocurrido durante la Guerra del Pacífico, que tuvo lugar el 2 de mayo de 1866 en las costas del Callao, entre una escuadra de la Armada Española, al mando se encontraba el almirante Casto Méndez Núñez y las defensas del Callao bajo el mando del entonces presidente del Perú, Mariano Ignacio Prado.

A la derecha, al sur del Callao, estaba la Numancia, seguida por las fragatas Almansa y Resolución. El sector de la izquierda o del norte, estaba formado por las fragatas Villa de Madrid, Berenguela y Blanca. La corbeta Vencedora era el punto de intersección de la pirámide. Los barcos más pequeños se situaron atrás. Eran, en conjunto, la escuadra más formidable que había navegado las aguas del Pacífico americano. 





El 2 de mayo día establecido por los españoles para bombardear al Callao, pasado el mediodía, la fragata española Numancia de siete mil toneladas, que enarbolaba la insignia de Méndez Núñez, hizo los primeros disparos, generalizándose de inmediato el fuego por ambas partes prolongándose el combate hasta las 5 de la tarde, cuando todos los buques españoles ya habían abandonado la línea de ataque con averías de diversa magnitud, y con muertos y heridos a bordo, incluido el brigadier Méndez Núñez.

El intercambio de artillería fue intenso por ambos lados, y en el fragor del combate las defensas peruanas experimentaron un rudo golpe en la torre de la Merced, cuando a consecuencia de una explosión, voló por los aires el polvorín de la torre, con la lamentable perdida de todos los que allí se encontraban, incluyendo al Ministro de Guerra y Marina, don José Gálvez, quien desde allí había dirigido el combate, encarnando el espíritu de heroicidad, valor y arrojo que mostraron los peruanos aquel día.

Por su parte, la pequeña fuerza naval peruana, al mando del capitán de navío Lizardo Montero, se aproximó en dos oportunidades a atacar a los buques enemigos, y fueron los artilleros del Tumbes los que hicieron los últimos disparos de aquella larga y gloriosa jornada. El final de esta infructuosa aventura española sobre costas sudamericanas no se hizo esperar, puesto que luego que los buques españoles se retiraran a la isla San Lorenzo para enterrar a sus muertos y reparar los daños recibidos, el 10 de mayo zarparon en forma definitiva de costas peruanas.

Es importante destacar que en esta jornada, numerosos marinos conjuntamente con los oficiales del Ejército, contribuyeron con su experiencia en la dirección de las piezas de grueso calibre instaladas en la ribera y tuvieron a su cargo la interpretación de los mensajes correctivos en clave de los señaleros de los buques.

Así, oficiales de marina, personal subalterno y de marinería, tanto en los buques como en tierra, brillaron en la defensa del honor nacional, conjuntamente con los miembros de otras fuerzas y con la ciudadanía entera, que, al frente del ocasional adversario, escribieron una página de gloria de nuestra historia republicana.